Este domingo, en un emotivo discurso por la conmemoración de los 203 años de independencia de El Salvador, el presidente Nayib Bukele advirtió que el país está a punto de enfrentar una nueva etapa, más complicada que las anteriores. Desde que asumió su segundo mandato en junio de este año, Bukele ha señalado que los salvadoreños deben prepararse para los retos que se avecinan, tras los logros iniciales en su lucha contra las pandillas.

«¿Creen ustedes que la etapa que va a atravesar nuestro país será más fácil? Creo que todos estamos seguros de que no», declaró el mandatario, resaltando la necesidad de que la población esté consciente de los obstáculos que permanecerán. Bukele destacó que, aunque las pandillas han sido desarticuladas en gran medida, esto no significa que la batalla esté ganada. La erradicación total de este fenómeno social es un proceso complejo que requiere perseverancia y esfuerzo colectivo.

El presidente también enfatizó la importancia de cambiar la mentalidad y la cultura que han predominado en El Salvador. «El cáncer de las pandillas no se erradicará solo con la fuerza, necesitamos un cambio profundo en nuestra forma de ser, entender y actuar», apuntó. Este cambio, según Bukele, pasa por superar la «cultura del más vivo», una dinámica que ha fomentado la desconfianza y la corrupción en distintos ámbitos de la vida social y política.

Durante su discurso, el mandatario exhortó a la ciudadanía a comprender el valor del proceso y el tiempo en la construcción de un futuro mejor: «Los pasos importantes se dan poco a poco. Debemos de entender que los cambios no ocurren de la noche a la mañana; las cosas buenas han tomado tiempo». Este llamado a la paciencia y la reflexión social resuena en un país que ha sufrido las consecuencias de la violencia y la inestabilidad durante décadas.

Bukele, quien ha mantenido un enfoque agresivo en su estrategia de seguridad, se enfrenta ahora al desafío de consolidar no solo la paz en las calles, sino también la cohesión social y el desarrollo sostenible en un contexto donde las expectativas son altas. Con una congregación de 18,000 elementos de la Fuerza Armada presentes, el presidente reafirmó su compromiso con la seguridad y el bienestar del país, pero también hizo un énfasis claro en la necesidad de un cambio cultural.

El futuro de El Salvador bajo el liderazgo de Nayib Bukele dependerá, en gran medida, de la capacidad del gobierno y la sociedad civil para colaborar en la transformación que el mandatario ha propuesto. La tarea no es sencilla y requerirá un esfuerzo conjunto, tiempo y determinación para superar los desafíos que amenazan con obstaculizar el progreso del país. De esta forma, Bukele parece estar preparando el terreno para una etapa de significativa importancia para el destino de El Salvador, una etapa que podría definir su legado en la política nacional.

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