En la recta final de la campaña electoral de 2024, el expresidente Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris centraron sus esfuerzos en dos estados claves de EE.UU.: Pensilvania y Míchigan.
Ambos estados son fundamentales debido a su historial de apoyo a los demócratas y su reciente giro hacia Trump en las elecciones pasadas, lo que los convierte en territorios vitales para cualquier candidato que busque la victoria.
El domingo 3 de noviembre, Harris planificó su última visita a Míchigan, donde se dirigirá a East Lansing. El lunes 4, su agenda comienza en Allenstown, una ciudad con una significativa población latina en Pensilvania. Luego, se trasladará a Pittsburgh, antes de cerrar su campaña en Filadelfia, la ciudad más grande del estado.
Por su parte, Donald Trump dedicará el domingo y parte del lunes a Pensilvania, con actos programados en Reading y Pittsburgh, antes de finalizar su campaña en Gran Rapids, Míchigan. Este último evento es simbólico, ya que fue el mismo lugar donde cerró su campaña en las elecciones de 2016 y 2020.
Trump ha enfocado su mensaje en atraer al electorado rural y a la clase trabajadora blanca, quienes se sintieron desatendidos por el cierre de industrias, logrando su apoyo por un estrecho margen en 2016.
Las encuestas más recientes reflejan un empate en Pensilvania y una ligera ventaja para Harris en Míchigan, según el análisis de FiveThirtyEight. Estos estados son parte del denominado “muro azul”, que tradicionalmente ha estado bajo el dominio demócrata, pero que experimentaron un cambio en 2016, cuando Trump logró romper con esta tendencia.
Pensilvania es considerada el «premio mayor» en esta contienda electoral, con 19 votos electorales en juego. Quien se quede con este estado tendrá un camino más claro hacia la Casa Blanca. Míchigan aporta 15 votos, mientras que Wisconsin ofrece 10. Para alcanzar la presidencia, un candidato necesita un mínimo de 270 votos del Colegio Electoral.
Con información de medios internacionales