No se tiene constancia de que el príncipe Alberto II de Mónaco haya adquirido algún objeto de decoración del Palacio de la Helguera durante su estancia en 2022. Sin embargo, si el príncipe soberano no lo hizo, fue porque no quiso, ya que todos los objetos que adornan esta casona cántabra del siglo XVII y su restaurante en Las Presillas están a la venta, y cualquier cliente puede comprarlos y llevárselos al instante.

“Nuestra filosofía es que si un cliente compra algo hoy, lo reemplazamos mañana por otro objeto”, comenta Malales Martínez Canut, propietaria del palacio e interiorista, mientras se encuentra en el comedor donde el príncipe, acompañado por 22 miembros de su gobierno, conmemoró el centenario de la muerte de su tatarabuelo, Alberto I (1848-1922), mecenas de la excavación de la Cueva de El Castillo, un sitio arqueológico con pinturas del Paleolítico Superior en Puente Viesgo, Cantabria. Martínez Canut habla sentada junto a un sillón recién adquirido, luego de que el anterior fuera comprado por otro cliente. “Si alguien se enamora de un objeto, puede llevárselo de inmediato”, agrega.

El Helguera Palacio Boutique Antique funciona también como un atelier de interiorismo. Su restaurante, Trastámara, rinde homenaje a los orígenes peruanos del palacio, promovido por el Conde de Santa Ana de las Torres, quien fue mano derecha del virrey del Perú. El chef, Renzo Orbegoso, es un peruano afincado en España desde hace 16 años que incorpora en su cocina continuos guiños a su tierra natal.

Desde su llegada al palacio en 2021, Orbegoso ha diseñado un menú de temporada con base en la gastronomía cántabra, en el que no faltan platos como el cocido montañés y los potajes. Sin embargo, también incluye especialidades peruanas, como el arroz de pato al estilo del norte de Perú, la causa limeña con ají amarillo suave y el solomillo en salsa de ají panca, preparado con ajo, jengibre, cerveza y soja. Lo que distingue al restaurante es su comedor, lleno de objetos de decoración, que hacen sentir a los comensales como si hubieran reservado una mesa en un anticuario.

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Sobre las vajillas, aunque modernas por motivos de higiene, los comensales disfrutan de una cocina abundante en pescados frescos provenientes de la lonja de Santander y el Mercado de la Esperanza. Platos como el bacalao a la montañesa, el rodaballo salvaje y la lubina con guarnición de verduras destacan en su oferta. Además, el menú degustación de siete tiempos incluye delicias como el tiradito de calamar y langostino cocido a baja temperatura con gel de lima.

En la carta también se encuentran carnes de vaca tudanca, perfectas para un steak tartar o un carpaccio, y productos frescos de las huertas cercanas, como pimientos de isla y tomates de temporada. El palacio tiene su propio huerto, que provee hierbas aromáticas, limones y naranjas, ingredientes clave para las mermeladas que se sirven en los desayunos. Incluso elaboran su propio vino, un tempranillo de Ribera del Duero, añejado en barricas de roble francés y americano.

La experiencia en el Palacio de la Helguera es única, no solo por su cocina, sino también por la posibilidad de adquirir los objetos de decoración que adornan cada rincón. “La idea de poner todo a la venta surgió después de decorar el palacio. Había acumulado tantas piezas que pensé: ¿por qué no permitir que los clientes disfruten de todo esto?”, relata Martínez Canut, inspirada por un estilo rococó que llena el espacio de retablos exóticos, telas orientales y dibujos de coloridos pájaros.

Entre las piezas más curiosas destaca una vajilla idéntica a la que aparece en la película “Lo que queda del día”. También ha vendido otras joyas, como una antigua vajilla de Santa Clara, popularizada por Iberia en sus primeros vuelos, y candelabros chinos que los clientes no dudan en llevarse. Martínez Canut obtiene estas piezas en anticuarios de Francia, Bélgica, Holanda y Marruecos, así como en subastas y desembalajes de pisos abandonados, restaurando cada objeto antes de ponerlo a la venta.

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Tras residir un tiempo en Ibiza, trabajando en la decoración de casas de lujo para famosos y aristócratas, decidió buscar por toda España un palacio histórico al que devolver su esplendor. “Encontré esta casa, que perteneció a la mano derecha del virrey del Perú, y sentí que era una señal. Esa misma mañana la compré”, cuenta sobre el Palacio de la Helguera, una casona típica de los indianos que regresaron de América. Hoy, este palacio alberga un hotel de cinco estrellas, con 11 habitaciones, spa, piscina y vistas a los Valles Pasiegos.

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