El expresidente y candidato republicano Donald Trump ha sido blanco de un segundo intento de asesinato en apenas dos meses y dos días después de que se produjera un atentado fallido en Butler, Pensilvania. Esta vez, el incidente ocurrió mientras Trump jugaba al golf en su club privado en West Palm Beach, Florida.
Según confirmó el FBI, uno de los agentes del Servicio Secreto que acompañan a Trump vio saliendo de los arbustos el cañón de un rifle y disparó al sospechoso, que abandonó los arbustos y huyó en un vehículo. El agente había estado como avanzadilla, unos 350-500 metros por delante de Trump mientras jugaba al golf.
El sospechoso fue detenido y está bajo custodia. Las autoridades encontraron un rifle etilo AK47 con mirilla, dos mochilas y una cámara GoPro atada a la valla que rodea el campo de golf.
El testigo identificó al detenido como la persona que había visto salir corriendo.
El shérif del condado de Palm Beach, Ric Bradshaw, no se identificó públicamente al arrestado. Sin embargo, el agente especial a cargo de la oficina del Servicio Secreto en Miami, Rafael Barros, dijo que «el nivel de amenaza es alto» y que «vivimos en momentos peligrosos».
Trump inicialmente fue trasladado a una localización segura en el club de golf y luego a su residencia en Mar-a-Lago. Luego envió un correo de recaudación de fondos de su campaña hablando del incidente. «Estoy a salvo y bien», dijo. «Nada me frenará», escribió también. «¡Nunca me rendiré!».
La vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris fue informada sobre lo sucedido y colgó un mensaje en redes sociales donde escribió: «Estoy contenta de que esté a salvo. La violencia no tiene lugar en EEUU». El presidente Joe Biden también emitió un comunicado mostrando «alivio» por el incidente.
La rápida actuación del Servicio Secreto contrasta con los fallos que tuvo en el atentado de Butler, donde Trump resultó levemente herido en una oreja. Esa debacle forzó la dimisión de la directora del Servicio Secreto.
Con información de medios internacionales
